Antigua Ciudad Palmira en Siria


Palmira (en árabe تدمر Tadmor1 o Tadmir) fue una antigua ciudad situada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs a 3 km de la moderna ciudad de Tedmor o Tadmir, (versión árabe de la misma palabra aramea "palmira", que significa "ciudad de los árboles de dátil"). En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas que son foco de una abundante actividad turística internacional. La antigua Palmira fue la capital del Imperio de Palmira bajo el efímero reinado de la reina Zenobia, entre los años 268 - 272.

Palmira fue elegida como Patrimonio de la Humanidad en 1980. El 20 de junio de 2013, la Unesco incluyó a todos los sitios sirios en la lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro para alertar sobre los riesgos a los que están expuestos debido a la Guerra Civil Siria.

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La principal atracción de Palmira eran sus muy bien conservadas ruinas, entre las que se destacaba el templo de Bel. Edificado en el año 32 d.c., fue consagrado al culto de Bel, el dios supremo feniciocananeo, cuyo nombre significa amo. Era el dios supremo para los habitantes de la ciudad, el dios de los dioses. Este templo fue convertido en iglesia en el siglo IV.

A pocos metros del templo comienza una gran columnata de 1200 m que era el eje principal de la ciudad, que llegó a tener cerca de 200.000 habitantes (número enorme para una ciudad de aquella época). Entre las columnas, por la amplia calle, transitaban los carros y cabalgaduras, y por debajo de los largos pórticos columnados laterales caminaban los peatones. A los lados de la extensa columnata hay una serie de ruinas en mayor o menor grado de conservación: el templo de Nebo, antigua deidad babilónica; el templo funerario; el campamento de Diocleciano, que antes había sido el palacio de la reina Zenobia; el teatro y, entre otros, el ágora o gran plaza pública donde se realizaban operaciones comerciales y se discutía. Un poco alejado de la columnata hay un hermoso templo cuya función no se conoce con exactitud, pero el edificio se conserva muy bien.

Saliendo de la ciudad, adentrándose un kilómetro en las montañas, hay un sitio de paisaje inquietante y desolador, con construcciones como torres cuadradas y macizas. Es el valle de las tumbas que alberga la necrópolis de la ciudad. Hay tres tipos de tumbas y fueron construidas en los tres primeros siglos de esta era. Algunas de estas construcciones podían llegar a albergar hasta 500 cuerpos.

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